JUEVES DE CENTENARIO
Taller de cuento corto- Final del primer ciclo
Tallerista : Cuentero oral Mauricio Trujillo
El Jueves de Centenario, como semilla bíblica, inicia labores. Cada 15 días la tierra irá produciendo cuentos, poesía y muchos lectores y escritores. En la foto Gloria Esperanza Calle, Thènice Rocío Arévalo, Alejandra Walter y Gloria María Medina con su gran sonrisa.
El Jueves de Centenario, como semilla bíblica, inicia labores. Cada 15 días la tierra irá produciendo cuentos, poesía y muchos lectores y escritores. En la foto Gloria Esperanza Calle, Thènice Rocío Arévalo, Alejandra Walter y Gloria María Medina con su gran sonrisa.
Asistentes al primer ciclo de talleres que el Programa JUEVES DE CENTENARIO ofrece con el auspico de la Biblioteca del Centenario. De izquierda a derecha el tallerista Mauricio Trujillo, Luis Esteban Patiño, Dally María Paz de Patiño, Gloria Amparo Morales y Juan Esteban David Rendón
En otro aspecto de la sesión final del Taller de cuento corto Gloria Amparo Morales, Juan Esteban David Rendón,
Marco Antonio Mosquera, Mauricio Trujillo, Luis Esteban Patiño y Dally María Paz, de espaldas. También asistieron Gloria María Medina y Leopoldo de Quevedo y Monroy. Sobre la mesa de trabajo libros, folletos de cuentos y de mitos y leyendas de nuestros pueblos indígenas emberas, catíos, paeces, sionas y algunos de otros autores colombianos como Roberto Rubiano Vargas y Umberto Senegal
Como resultado del trabajo del taller en dos Jueves de Centenario, en el segundo y en el tercero se presentaron como tarea cuentos "de origen" basados sobre autores colombianos y de nuestras tribus indígenas. A continuación se publican estos trabajos.
CUENTOS DE CUENTO CORTO- TAREAS
INUNDACIÓN
-Sobre el cuento de Roberto Rubiano: Fiebre-
Por Thènice Rocío Arévalo
El agujero que había iniciado en la pared parecía no tener fin, con la intensidad de sus ojos, mientras más la miraba hacía implacable su voluntad de taladrarla, hasta parecer deshacerla. Sumergidos en su cabeza como agujas desvergonzadas en el brazo moribundo se sitúan sus recuerdos, unos como cobijas, otros son sábanas rotas; pero la pared no era culpable, había comenzado a llover y debía levantarse, el agua de nuevo comenzaba a filtrarse por las fisuras de la pared.
LEVE MUY LEVE
Luz Amada devuelve el cuerpo a su ataúd mientras se chupa los dedos bañados en leche recién ordeñada.
Luz amada enloqueció de soledad, enloqueció de declamar poemas al viento, de hacer caritas felices con el dedo sobre la escarcha que deja la lluvia helada en el cristal, de escribirse con pintalabios en su pierna izquierda nombres de amantes inexistentes; y tras la insistencia de un cuerpo violeta huérfano de afectos, quien vehementemente a diario clamaba por su presencia, sintió que ebullía sola, sola y húmeda, entonces con el corazón de una loba en celo, las manos untadas de miedo y la mirada desobediente, decide aplastar aquel cuerpo con su cuerpo, e incómoda en aquel armazón rectangular de madera con forros de sábanas blancas, volvió a él, volvió a posar sus labios sobre la piel dura y violeta y fría, de manera que abriendo sus piernas sobre este, presente y rígido como un roble, bruto y estático como un ladrillo… cabalgó:…: moviendo su cuerpo como un gusano encabritado, exiliada de sí misma, el corazón se le agitaba como galopar de caballo quinceañero y, con la simplicidad que la hacía despreocuparse, se revolcó como un gavilán herido, dejando que la pequeña voz de la perversión estuviese al aire. Entonces fue libre del agua que detenida dentro de ella se descomponía y que ahora emergía como de pileta de plaza en una gran ciudad, y esta, a ambos los humedecía.
De pronto Luz Amada exhaló un suspiro que le proporcionaba vida a través de la muerte, vida y compañía, la misma con la que se aferra la tierra que rodea la raíz, la raíz que se deja abrigar de la tierra y en un instante como de revelación… se detuvo, en esto se encontraba sobre sus rodillas y sus manos, bañada en placer, agitada muy agitada; vio como los forros de sábanas blancas en aquel armazón de madera, se encontraban bañados en grandes gotitas de semen fresco, dulzón y amarillento, estas le llenaron de sosiego y le premiaron con la levedad que su cuerpo necesitaba.
EL PLATO ESTÁ SERVIDO
-Sobre el cuento de Roberto Rubiano: Nouvelle cuisine-
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
El comensal, solo, pues su acompañante nunca llegó, tomó la copa de vino. Levantó un poco la manga de su saco y miró la hora. El menú que le había tomado el mesero de blanco y negro estaba demorado.
Por fin llegó el maestre y le dijo “su plato servido”. Era un pescado con legumbres frías. El comensal tomó el resto de vino de la copa, alisó sobre sus rodillas la servilleta grande y se dispuso a tomar el cuchillo y el tenedor.
Mas al poner el cuchillo sobre el lomo, el pescado se escurrió como si estuviera vivo y saltó sobre los labios del comensal. Fue tan repentino el movimiento que éste no pudo reaccionar al punto y los dientes del pescado se clavaron en sus labios. El comensal quedó sin habla y cayó al suelo desmayado.
El mesero presuroso trató de arrancarle la presa de la boca, pero el comensal ya estaba frío y sin ninguna gana de comer.
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Después del primer día la tortuga se demoró más de mil días para recorrer el lugar donde había caído del cascarón donde nació. Su lomo era casi traslúcido y sus aletas delgadas. El peso de la mole que vagaba azul y verde por encima de su cuerpo endeble era demasiado para soportarlo impune. Cuando intentaba salir nadando hacia la lejana arena de la orilla varias fuerzas de las corrientes se le oponían. Sus esfuerzos le dijeron que sería en vano correr tanto como volar entre el agua. Entonces se conformó con reptar lento, lento, su ritmo casi se congeló y así lo determinó su Destino. Su lomo se tornó duro como coraza de espartano y sus aletas se convirtieron en patas de rugoso espesor. Sus neuronas le dijeron que su caminar sería lento y seguro. Cada noche guardaba su tronco entre el casco de barco al revés. De día caminaba entre algas, rocas y se dejaba empujar por inesperadas corrientes. Por fin, un día de mañana llegó a la orilla de una isla lejana. Levantó su cabecita calva, su carita escéptica abrió la boca, respiró el aroma de la palma, del manglar y oyó el rumor de la mar. Decidió vivir desde entonces, bajo piedras o cuevas cercanas. Le ganó una apuesta a Aquiles, tuvo esposa, hijas gordas y verdes y sirve de mascota a niños. Usted las puede ver en los zoos, no tan lógicos y en la mano de unos locos que las cuelgan de una cuerda y las venden sin vergüenza.
CÓMO NACIERON LAS FLORES
Por Dally María Paz de Patiño
Por encima de la palma, un ave con el tamaño de un capullo, con un pico de aguja , con patas como hilos de acero y de cuerpo tornasolado, se sostiene en el aire, observando la inmensidad del espacio, asombrado porque solo contempla tonos verdes y preocupado por esa monotonía , se pone a pensar de qué manera podría embellecer aún más esa maravilla y aprovecharla como sustento.
Al caer la tarde llegan los nubarrones, aparece la lluvia adornada del arco iris en el horizonte, se dirige a él y con su pico toca la paleta multicolor, de la cual absorbe todo. Emprende de nuevo el vuelo y al llegar al bosque, posa el pico en las ramas de los árboles y mágicamente resaltan los colores.
En época de verano, se encumbra y se sorprende por el intenso color amarillo que le ofrece el sol ; se posa en la pradera donde aparece el lugar como un nido de yemas de huevo y después de calentarse , retorna al lejano bosque, donde descansa .
Después de tanto viajar , se dispone a dormir; la luminosidad de la luna no le da tranquilidad, el brillo y su color blanco, lo dejan expectante y dice para sí : éste es el color que le falta a las plantas para que su belleza sea total , lo recoge moviendo sus alas y lo lleva hasta el lugar admirado por todos.
El colibrí pintó a las plantas y fue así como nacieron las flores y cuando estas engalanan el lugar, él hunde su pico y ellas lo acogen con amor, porque le deben la vida.
EL EXTRAÑO MITO DEL ORIGEN DEL RÍO PANCE
Por Luis Esteban Patiño Cruz
El Loro Viejo, vivía con su familia en La Montaña , su madre. Su padre, el dios Bosque le dio la vida y el color. Un día, aquella le dijo: “no es bueno vivir tan solos y mucho menos en estos tiempos cuando escasea la comida. Deberías ir donde el Hombre, ese extraño ser que atenta contra nosotros, pero a quien debemos acercarnos, en bien de todos, y plantearle algún trato que nos favorezca.” El Loro viejo pensó: “mi madre tiene razón, iré, pero primero enviaré a un emisario, para evitar sorpresas,” y así lo hizo. Habló con el cucarachero y este con mucho aspaviento aceptó la misión.
Luego de varios días, el cucarachero regresó con buenas noticias: el Hombre aceptaba la entrevista con el Loro Mayor y le garantizaba su seguridad.
El día señalado, conversaron y llegaron a unos acuerdos muy importantes:
El hombre cultivaría el maíz, fuente de vida y lo compartiría con el Loro Mayor y su familia, pero no con el mico, vago y grosero, y además dejaría en paz a La Montaña , madre del Loro, y éste a su vez, construiría un enorme zanjón, por donde bajaría el agua, para beber, bañarse y regar el maíz.
Si el Loro incumplía el pacto, el Hombre lo mataría a pedradas y destruiría La Montaña , y si quien incumplía era el Hombre, El Loro regresaría el agua al mar.
El Loro rompió con el pico el gran peñasco y creó el río Pance, cumpliendo con el pacto; pero el Hombre sembró solo los primeros días y luego se dedicó a construir una gran ciudad, a ganar dinero y a deforestar las riveras del río.
El Loro, que es muy serio en sus asuntos, empezó a llevarse el agua poco a poco y esta solo aparece en abundancia en tiempos de lluvia, cuando el Loro se esconde en el seno de su madre, allá en ese lugar conocido como Pico de Loro.
Por Juan Esteban David Rendón
El hacedor hizo todo en un equilibrio perfecto, cada ser proporcional a su necesidad, una mañana gris vio al hombre y noto que lo había privilegiado al darle todo para que el no se esforzara, y pensó en darle el ejemplo mas grande de trabajo y esfuerzo. Haré un ser fuerte capaz de trabajar sin descanso, tendrá un desplazamiento rápido, gran parte de su trabajo será físico, cargar, construir, vigilar por lo que no será pesado. Estando pensando en el asunto para el hombre, varios querubines se le acercaron, volaban al rededor suyo con sus seis alas y sus ágiles manos , al verles el creador vio un modelo a seguir, no tendrá alas pues el hombre no vuela, seis patas, caminará veloz, en vez de manos unas tenazas que le sirvan para cargar alimento y elementos de trabajo, lo haré pequeño y tendrá tantos hermanos como la arena del mar, será del tamaño de una miga de pan, lo llamare hormiga.
Hoy el creador, a pesar de ver el egoísmo del hombre, sonríe al ver que otros sí captaron su ejemplo y trabajan unidos en pos de una meta común...
EN CONSTRUCCIÓN...